lunes, 24 de octubre de 2011

Paris, je t'aime.




-Vamos, estamos en París, hemos visitado la Torre Eiffel, Notre Dame, la Saint Chapelle, el Museo del Louvre... Hemos paseado en barco por el río Sena y hemos sacado miles de fotos. ¿Qué falta?

-De momento, creo que todavía faltan tres cosas.
-¡¿Tres cosas?!

-Sí. La primera es pasear por Montmartre. ¿Sabes dónde está Montmartre? El barrio de Montmartre está al otro lado del río Sena. Es una colina y desde abajo sólo puedes divisar miles de laberintos de casas que parecen perderse en el infinito. Pero lo más característico de Montmartre es la cúpula de la Basílica del Sagrado Corazón. Es... indescriptible. Subes entre esas empinadas y estrechas calles, mientras tus ojos se distraen en los miles de pintores que venden sus lienzos en plena calle, gente que posa para ellos, músicos y, por supuesto, detrás de alguna ventana, algún escritor observa a la person
a cuya imagen utilizará para su próxima n

ovela. Y, cuando empiezas a creer que nunca llegarás a la cima, sales a un gran campo verde, con unas escaleras que bien podrían ser las del cielo, en cuyo final se sitúa la Basílica. Y después de subir todas escaleras, entras e
n ella y descubres su sencillez y hermosura, algo indescriptible te recorre por dentro...

-Iremos a Montmartre. ¿Cuáles son las otras dos cosas?
-La segunda es sacarnos una foto dándonos un beso con la torre Eiffel de fondo, un paraguas que no consiga taparnos y la lluvia mojándonos. ¿Qué te parece?

-Eso me gusta...

-Lo tercero, es algo que puedes hacer ahora mismo.

-¿Qué?
-Podrías invitarme a entrar en la habitación, tomar esa botella que te han dejado en la nevera en finas copas de cristal, y deshacer las sábanas juntos.

-No hace falta que lo diga usted dos veces. Madame, est-ce que tu veux m'accompagner se soir?

Ella no responde. Sonríe complacida y la puerta de la habitación se cierra.